Ecología Para Depredadores

ECOLOGIA PARA DEPREDADORES

“Sin exclusiones, la tierra, en su ferviente entrega, sostiene el bien y el mal”.

I Ching

 Según la Ponerología o Ciencia del Mal, una patocracia es el fenómeno de sociedades corrompidas en sus costumbres por la influencia patógena de anti-sociales, psicópatas o sociópatas en puestos de poder económico y político. Que tales actores estén infectando cual enfermedad la mente de la población, al modelarle hábitos ecocidas conforme los antivalores de sus personalidades carentes de conciencia, empatía o cualquier estándar ético -aunque ellos las encubran con máscaras de cordura-, es una posibilidad a ser considerada seriamente cuando queremos comprender por qué las campañas de concientización de tantos ecólogos, ecologistas y ambientalistas, no han logrado impedir que sigamos convirtiendo nuestros paraísos en infiernos. En Venezuela, por sólo mencionar uno de muchos países, poco nos estamos adaptando infraestructural y culturalmente al inminente cambio climático; poco estamos satisfaciendo nuestras necesidades sin comprometer las fuentes de recursos con que las generaciones futuras podrán satisfacer sus propias necesidades (sustentabilidad); menos aún estamos dando un valor en sí mismo a la Naturaleza más allá de nuestros antropocéntricos intereses utilitaristas. Alienados del Cosmos y sin saber cómo manejar nuestro vacío existencial, preferimos ser entonces los voraces depredadores de esta Madre Tierra, pese a que todas las alarmas ya están en rojo. Y como buenos discípulos de psicópatas, engañamos y nos auto-engañamos enmascarando con simulacros ecológicos y greenwashings, nuestro aporte diario a este lento suicidio colectivo de la especie humana.

 Sin embargo, he aquí un nuevo intento de crear conciencia pro ambiental dentro de tales patocracias, ahora por parte de 13 artistas plásticos; aunque ya nos parezca que ningún ciudadano de Troya dé crédito a los vaticinios de Casandra. Por sus obras de arte ecológico, ellos son los antihéroes de nuestros sueños de progreso descontrolado y los aguafiestas de nuestras orgías de consumismo navideño, cuando haciendo uso de las poéticas del desperdicio, cuando transformando materialmente lo que tiene escaso valor en algo valioso, precisamente ellos nos invitan a valorar de modo cultual y expositivo la reducción, reutilización y/o reciclaje de materia y energía en procesos de producción y consumo de bienes y servicios. Total, en nombre de cierta austeridad o sencillez, la ecología no tiene por qué promover una renuncia ascética al placer estético, a un estilo de vida quizás más epicúreo que hedonista. Maravillados, pues, con los reinos animales, vegetales y minerales de la Naturaleza, estos 13 creadores, mejores magos de ilusiones y apariencias que los mismos psicópatas al saber cómo afrontar sus sombras, finalmente nos excitan una voluntad religada con el Cosmos, cuando nos recuerdan que, siempre y cuando se mantenga un equilibrio con el Todo, la depredación cumple biológicamente una función de control del crecimiento desproporcionado de las especies dentro de un ecosistema balanceado. Por el contrario, el psicópata clínicamente no tiene cura, porque por razones de genética o aprendizaje no tiene ni tendrá conciencia de su interrelación con el Todo: él opera cual célula cancerígena exterminando el huésped del que depende su propia nutrición. Pues bien, éstas son las principales cuestiones de vida o muerte de una “Ecología para Depredadores”, que desde el campo artístico pueden impulsar a acciones comprometidas o quedarse en mero entretenimiento dominical. Ya cada quien decidirá si despertar o seguir durmiendo.